La temporada del 2019 en el Campeonato de España de Montaña concluyó en la subida a Les Revoltes d’Ibi con un fin de semana de condiciones atmosféricas cambiantes y notable incertidumbre en cuanto al resultado final de las dos categorías cuyo título estaba en juego, la 1 y la 3. Esta última, en particular, acabó produciendo lo que parecía imposible, una resolución por menor diferencia aún entre primero y segundo que esa poco más de una décima que había decidido el año anterior, en La Santa, el campeonato de la categoría 1.

Un emocionante desenlace que fue todo un premio extra para la prueba alicantina, en el que era su estreno en el calendario del certamen nacional después de superar con éxito la preinspección el año pasado. Con respecto a la subida del 2018, se mantenía la acertada ubicación de parque trabajo, oficinas de la prueba y parque cerrado, y se acercaba aún más a todo ello la salida del recorrido. De ese modo, la competición se integraba todavía más en la población y, además, se evitaba la zona final utilizada hace doce meses, con una última curva en bajada, flanqueada por un grueso árbol en su exterior, que resultaba ciertamente peligrosa.

CATEGORÍA 1: PARA LLEGAR PRIMERO… ¡PRIMERO HAY QUE LLEGAR!

La victoria en La Santa había dejado a Javi Villa a las puertas de un título que parecía ya asegurado después de ganar las cuatro primeras subidas del año pero se complicó con el abandono por avería en Chantada. Con cinco victorias en su haber tras ganar en Totana, el asturiano de BRC lo tenía todo a su favor para proclamarse campeón. Pero el sistema de puntuación del nacional de montaña premia especialmente la regularidad con el objetivo de promover la participación de los pilotos que lo siguen en el mayor número de pruebas posibles. De ahí que sólo permita descontar un resultado y otorgue muy pocos puntos de diferencia entre las posiciones de la clasificación.

Por ello, el líder en puntos totales antes de Ibi era Christian Broberg, que había terminado las seis subidas anteriores, mientras que Villa necesitaba añadir un resultado más a sus cinco triunfos para superar al piloto de la Radical. Al asturiano de BRC le bastaba con acabar entre los seis primeros de la categoría 1 para conseguirlo. Y como justamente media docena eran los participantes en la prueba con barquetas y CM+, su objetivo se convertía simplemente en llegar a la meta en dos de las tres subidas oficiales para entrar en la clasificación y asegurarse los puntos que le faltaban.

Evidentemente, Javi no afrontaba la competición pensando en un resultado tan modesto. Quería cerrar el año consiguiendo un sexto triunfo para celebrar el que sería su sexto título en el nacional de montaña. Y todo apuntaba a que lo iba a conseguir a la vista de sus tiempos en las dos subidas de entrenamientos oficiales del sábado, en las que paraba el crono en 2:15 mientras que nadie más bajaba del 2:20.

Pero entonces llegaba la primera subida de carrera y el motor turbo de 1275cc del nuevo BRC BR53 empezaba a fallar. A su piloto se le aparecían todos los fantasmas surgidos en Chantada y que pensaba haber dejado atrás en La Santa. Con el propulsor rateando, Javi conseguía llegar a meta a duras penas, siendo rebasado en los metros finales por Broberg, que tenía en esos instantes la curiosa mezcla de sensaciones que puede suponer una situación así. Por un lado, la frustración de verse ralentizado en su marcha, toda vez que, inevitablemente, perdía tiempo en la maniobra de adelantar con su Radical al BRC ‘herido’ y su crono acaba siendo claramente peor que el logrado en entrenos. Por otro, la esperanza de que pudiera ocurrir lo único que le podía otorgar el título, el abandono de su rival.

Al final, la frustración era la sensación más real para el sueco-marbellí. La avería del BR53 no resultaba tan grave como la sufrida en Chantada (se trataba de un tema de electrónica pero el motor no estaba dañado) y Villa podía ser de la partida al día siguiente. Así que el domingo, con el piso algo resbaladizo después del agua caída mientras los pilotos del regional completaban la manga de entrenamientos, para el asturiano el planteamiento había cambiado por completo. La victoria era ya imposible ante la perspectiva de que los tiempos de las dos subidas de carrera que faltaban, a celebrar sobre piso más o menos mojado, iban a ser peores que los marcados en la del sábado. Ahora se trataba nada más que de llegar a meta al menos una vez en las dos mangas oficiales restantes.

Toda precaución era poca, por lo que Villa y su equipo decidían no salir en la última de entrenos y esperar que todo funcionara lo suficientemente bien en la segunda oficial como para alcanzar la llegada. Nada fallaba esta vez y el BRC rojo cruzaba la ansiada línea final una décima y algo por debajo del 2:20. Era el segundo mejor tiempo, a algo más de dos segundos del 2:17.616 que marcaba Broberg instantes después, y cinco peor que su crono de entrenos de la víspera, pero daba igual. Era más que suficiente para asegurar una cuarta posición que le otorgaba a Javi el título de campeón de España de Montaña en la categoría 1 sin tener que esperar siquiera a la manga final, cuyo resultado acabaría siendo, además, del todo irrelevante al tener lugar sobre asfalto ya totalmente mojado debido al chaparrón que caía poco después.

La lluvia se llevaba también por delante las esperanzas que podía tener Broberg de consolarse al menos con la victoria en la última prueba del año. El sábado, al perder tiempo adelantando a Villa, había quedado lejos (a más de cuatro segundos) del mejor crono absoluto registrado en la primera subida oficial, el 2:19.909 de Augusto Lezcano con su barqueta Norma. El domingo, el levantino cedía cerca de tres segundos en la segunda manga de carrera, pero seguía al frente de la tabla en la suma de tiempos. Y con el asfalto totalmente mojado en la última ese iba a ser el resultado definitivo. El triunfo absoluto en la última prueba del nacional 2019 era para el ganador en Ibi el año anterior, que lo rubricaba, además, batiendo a los dos contendientes por el título en la subida final, que los tres completaban con tiempos muy altos en comparación con los conseguidos en las dos anteriores.

Algo especialmente notorio en el caso de Villa, que volvía a sufrir con la electrónica de su BRC aunque ahora ya no importaba. El sexto título de campeón de España de montaña era suyo pese a no llegar acompañado de la sexta victoria del año, como le hubiera gustado. No deja de ser toda una paradoja, además, que la temporada en la que Javi lo ha tenido más fácil (sin rivales realmente a su altura y ganando siempre por amplio margen) haya acabado siendo en la que ha sufrido más para conseguir el campeonato. Pero ya se sabe lo que se suele decir en las carreras “para llegar primero… ¡primero hay que llegar!”… y con un sistema de puntuación como el del nacional de montaña eso es especialmente cierto. Por eso, en Ibi, el triunfo para el asturiano consistió precisamente en eso, en llegar a meta.

CATEGORÍA 2: DE CÁNTABRO A CÁNTABRO

Unos días antes de la disputa de la subida de Ibi se confirmó oficialmente el resultado de la categoría 2 en La Santa, que había quedado pendiente de la verificación de los motores instalados en el Silver de Domingo Estrada y el BRC de Mario Asenjo. Los dos resultaron ser totalmente conformes al reglamento, lo que dejaba resuelto el campeonato a favor de Estrada. Así que, con el título ya asegurado matemáticamente, y tras debutar con éxito el fin de semana anterior en rallyes, siendo primero de R2 y sexto de la general en el Cantabria del nacional de asfalto, el joven santanderino daba por terminada su triunfal campaña de debut en el CEM y no acudía a la cita final del certamen.

Con el nombre del campeón ya decidido, en la subida alicantina quedaba por conocer el orden de los dos pilotos que le acompañarán en el podio final de la categoría 2. En esa lucha por terminar segundo, la situación era calcada a la de la pelea por el campeonato de la categoría 1: el que llegaba por delante en puntos totales, en este caso Edgar Montellà, tenía en realidad todas las de perder ya que dependía de que su perseguidor en la tabla, Garikoitz Flores, no terminara porque, al aplicar los descartes, le superaría si lograba puntuar en Ibi.

Y como pasaba en la categoría 1, también acababa habiendo algo más de suspense de lo esperado a causa de una avería mecánica que ponía en apuros al que lo tenía más fácil. El motor del BRC B49 de ‘Gari’ se rompía en los entrenamientos libres del sábado por la mañana y el equipo de Bango Racing Cars tenía que trabajar a toda velocidad para montar el propulsor de recambio a tiempo de que el navarro fuera de la partida en las mangas oficiales. Finalmente lo lograban y Garikoitz no tenía problemas en completar las dos subidas de carrera que necesitaba para acabar como subcampeón un año que se le fue complicando a medida que avanzaba.

Todo lo contrario que ha terminado ocurriendo con Asenjo, vencedor en la última cita de la temporada tras haber sido segundo en la penúltima. Un par de buenos resultados para acabar al alza la que, en realidad, era su primera temporada en el campeonato, toda vez que en el 2018 había participado ‘fuera de concurso’ en una serie de pruebas, al no estar entonces homologado el motor BMW que mueve a su BRC B49.

En Ibi, Mario lideró de principio a fin, siendo el más rápido en la manga oficial del sábado, con siete décimas de ventaja sobre Flores, y repitiendo en la segunda subida de carrera, primera de las celebradas del domingo. En ese caso, la diferencia fue mínima, sólo dos milésimas, y los tiempos claramente peores que los del día anterior, al haberse disputado con piso algo deslizante debido a la lluvia caída previamente durante la última de entrenos. Pero al llover con más fuerza a continuación, la manga final ya tuvo lugar sobre asfalto totalmente mojado y no modificó en nada el resultado. De hecho, ‘Gari’ optó por no salir al tener ya cumplido su objetivo, mientras que Mario celebró su primera victoria en el campeonato de España siendo también el más rápido en la resbaladiza subida que cerró el programa. Un perfecto broche para el año que, definitivamente, ha sido el de esa ‘nueva ola cántabra’ sobre la que hablábamos, allá por marzo, tras la subida de Estepona.

CATEGORÍA 3: DUELO AL SOL… DECIDIDO CON LLUVIA

El título del campeonato de carrozados llegaba a la prueba final del año con un empate virtual entre los dos aspirantes al título, José Antonio López-Fombona y Gerard De la Casa. Las tres victorias consecutivas del asturiano con su Lamborghini en Alp, Chantada y La Santa le habían permitido adelantar finalmente al andorrano del Subaru WRC en la suma de puntos. Pero el mayor coeficiente de Guía de Isora, donde Fombona no participó y De la Casa acabó segundo, hacía que los cuatro segundos puestos y una cuarta posición conseguidos por el vigente campeón en las seis anteriores citas del certamen fueran prácticamente equivalentes en puntos a los tres triunfos y dos terceros lugares del líder de la tabla.

De hecho, la diferencia en puntos era tan mínima, sólo 1.4 a favor de Fombona, como para convertir la subida alicantina en una auténtica final. Con dos puntos de diferencia entre cada posición y ambos teniendo ya un ‘cero’ como resultado a descartar, el que terminara por delante del otro en los algo más de cuatro kilómetros de Les Revoltes d’Ibi se proclamaría campeón de España de la categoría 3.

Poco más de 4100 metros que, sobre el papel, parecían un territorio más adecuado a las características del coche procedente de los rallyes que al nacido para las competiciones en circuito. Con una parte inicial de lo más empinada y resbaladiza, en los límites del casco urbano de la Villa del Juguete, seguida de una zona de ascenso menos acusado pero más virada y estrecha, y rematada por una parte final en ligero descenso y más rápida pero de piso algo irregular, la subida alicantina debía ser el lugar ideal para que De la Casa revalidara el título consiguiendo, además, su primera victoria del año.

Una sensación que tenía claros visos de confirmarse el sábado, con el sol apretando de firme sobre los ásperos riscos entre los que serpentea la carretera de Les Revoltes. De la Casa era el más rápido en las dos subidas de entrenamientos, distanciando a Fombona en más de tres segundos en ambas. Y aunque, evidentemente, ninguno estaba mostrando aún todas sus cartas, no dejaba de ser todo un indicio de lo que podía ofrecer la primera oficial con la que se cerraba la jornada. Y, en efecto, con los dos mejorando sus cronos previos en torno a los tres segundos, la diferencia que los separaba en la meta era similar, algo más de dos y medio, y de nuevo favorable al andorrano del Subaru.

De todas formas, nada estaba decidido aún. Quedaban las dos subidas de carrera del domingo en las que, en teoría, se deberían conseguir mejores cronos al disputarse por la mañana, con temperaturas algo más bajas. Y, en efecto, hacía mucho menos calor al día siguiente. Es más, hacía hasta algo de frío a primera hora de la mañana, con el sol oculto tras unas espesas nubes cuyo oscuro tono gris presagiaba lluvia más pronto que tarde. Y si llovía entonces ya no quedaba duda alguna, la tracción total del WRC iba a ser el arma definitiva para transmitir la potencia al gastado asfalto con mucha más eficacia, al repartirla entre las cuatro ruedas del Impreza, que la propulsión al eje trasero del Huracan.

Sin embargo, aunque llovía después de que los participantes del nacional hubieran completado su última manga de entrenos (con De la Casa de nuevo por delante pero Fombona esta vez a sólo 61 milésimas), al final era sólo durante unos pocos minutos y con no demasiada intensidad. Cuando llegaba el momento de iniciarse la segunda subida oficial el piso presentaba alguna zona de adherencia sospechosa, pero estaba seco a efectos de monta de neumáticos. Estaba claro que para ir deprisa había que jugársela y salir con slicks, aún a sabiendas de que en algunos sitios el asfalto iba a patinar más de la cuenta.

En esas condiciones, el que va por detrás en la clasificación suele ser el que tiene menos dudas al respecto de lo que hay que hacer. Toca ir a por ello con decisión. Es un todo o nada. Si sale bien se puede aprovechar la ocasión para remontar. Si sale mal solo queda esperar que las consecuencias no sean mayores que perder lo que ya estaba perdido.

En cambio, para el que va por delante hay siempre más incertidumbre en cuanto a como afrontar la situación. En esos casos nunca es fácil dar con el exacto equilibrio entre riesgo y control. Un poco más de la cuenta en uno u otro sentido puede significar perder lo que se ha ganado hasta entonces.

Por eso, aunque tal y como estaba el asfalto todo apuntaba a que Gerard debía haber dejado sentenciada la carrera a su favor, lo que ocurrió fue exactamente lo contrario. El andorrano, al notar que el piso patinaba más de la cuenta, dudó un poco aquí y otro poco allá, pensando tal vez que, después de todo, tenía margen del día anterior y, si no llovía más, esa manga no serviría para nada y quedaba otra más en la que jugársela en caso de necesidad. El asturiano, en cambio, no se lo pensó dos veces. Era un ahora o nunca. Un cara o cruz en el que la única opción para acertar era mantener el pie derecho pisando a fondo incluso en los lugares donde el asfalto se mostraba amenazadoramente oscuro y parecía que seguir acelerando era la receta para un desastre seguro.

El resultado era que Fombona batía a De la Casa por un poco más de los dos segundos y medio de ventaja conseguidos por el andorrano el día anterior. Exactamente por tan poco más como son 20 milésimas de segundo en un trazado de 4175 metros recorridos en menos de dos minutos y medio. Lo que, a más de cien kilómetros por hora de media, vienen a ser apenas 57 centímetros de diferencia. Un escaso medio metro que, en una hipotética photo-finish, situaba el afilado morro del ‘Lambo’ asomando ligeramente por delante del más romo frontal del Subaru cuando sólo faltaba una subida para terminar el campeonato.

Pero, en realidad, era ya como si no faltase nada. Porque poco después de que los dos contendientes por el título alcanzaran la meta volvía a llover. Y esta vez no eran las cuatro gotas de un par de horas antes. Ahora, aunque duraba poco, se trataba de un chaparrón lo suficientemente intenso como para que el asfalto estuviera ya bien mojado durante un buen rato. Aunque a la una del mediodía, cuando daba comienzo la manga final, las caprichosas nubes se habían tomado otra pausa, el daño para las aspiraciones de Gerard estaba definitivamente hecho. La lluvia que, sobre el papel, tenia que haber sido su gran aliado, se acaba convirtiendo en su peor rival. Fombona le había sorprendido en la manga anterior y ahora no iba a tener opción de réplica. Con el piso empapado, al andorrano le quedaba sólo la satisfacción moral de conseguir el mejor crono absoluto en el (totalmente inútil a efectos de la clasificación) último asalto. La victoria en el cómputo los dos mejores tiempos en las subidas oficiales era para Fombona. La cuarta del año. La más sufrida. La más importante. La que proclamaba al extraordinario veterano gijonés campeón de España de montaña por séptima vez.