Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

EL VIEJO CAPITÁN

NFL SUPERBOWL LV

La edición número 55 de la Superbowl era la final soñada por todo organizador de cualquier certamen deportivo. Enfrentaba al vigente campeón, con la nueva gran estrella de la competición al frente, contra un equipo en ascenso liderado por la veterana leyenda en busca de lo que hace unos meses parecía imposible, que volviera a ganar en lugar de conformarse, a sus 43 años de edad, con un retiro dorado en el soleado entorno de la escuadra a la que había dirigido sus pasos tras dos décadas triunfales defendiendo otros colores.

El papel de favorito tenía que pertenecer a los defensores del título, los Kansas City Chiefs, por mucho que los problemas físicos sufridos en los últimos partidos por el genial Patrick Mahomes pudieran sembrar algunas dudas. Al fin y al cabo, incluso con su fabuloso Quarterback medio cojo, habían llegado a la final ganando con solvencia, tal es su arsenal ofensivo. La seguridad del siempre eficaz Travis Kelce, la rapidez del increíblemente escurridizo Tyreek Hill, la perseverancia del paciente Le'Veon Bell y la muy positiva aportación del novato Edwards-Helaire serían motivo de preocupación para cualquier defensa fuese cual fuese el encargado de hacerles llegar el balón. Si este es alguien con la habilidad, la imaginación y el talento de Mahomes el resultado suele ser, como mínimo, una treintena de puntos asegurados poco menos que por pura inercia gracias a la combinación de la enorme calidad atesorada por todos ellos y el inteligente modo en que los utiliza su entrenador, Andy Reed, poseedor de un libro de jugadas al que cada día parecen añadirse nuevos cápitulos llenos de soluciones para cualquier problema que pueda surgir sobre el cesped.

Pero enfrente tenían a un equipo, los Tampa Bay Buccaneers, que, más allá de algunos titubeos en los primeros partidos de la temporada, llevaban ya tiempo demostrando ser mucho más que el último destino antes de retirarse para el fabuloso Tom Brady. Junto al eterno Quarterback había llegado a Florida su más fiel compañero en la increíble época de los Patriots, Rob Gronkowski. También el díscolo pero magnífico Antonio Brown y el excelente pero defenestrado por su anterior equipo Leonard Fournette. Cuatro incorporaciones que suponían una sustancial mejora para el ataque de un equipo que tradicionalmente siempre había tenido en la defensa su mejor arma, no en vano su único título de campeones lo habían logrado en el 2002 gracias, sobre todo, a una demostración defensiva extraordinaria ante el entonces mejor ataque de la liga, el de los Raiders.

Evidentemente, de aquella formación que sembró el terror en la ofensiva de los californianos no quedaba nadie en los actuales Bucanneers, porque más allá de Brady y su increíble longevidad deportiva, mantenerse dos décadas en una liga tan exigente como la NFL es poco menos que imposible. Pero, con diferentes nombres, el espíritu de aquella defensa había ido haciéndose más evidente a medida que avanzaba la temporada y el modo en que había parado en seco a Rogers y el poderoso ataque de Green Bay en la final de conferencia resultaba todo un aviso. Por eso, después de todo, tal vez ni los Chiefs fueran tan favoritos ni la Superbowl se iba a convertir en un festival anotador lleno de fuegos artificiales lanzados por las manos mágicas de Mahomes.

El primer cuarto resultaba muy significativo en ese sentido. Empezaba con tres posesiones, dos para los Buccaneers y una para los Chiefs, terminadas todas en 'punt' tras escasa ganancia de yardas, Aunque en su siguiente ataque los Chiefs eran los primeros en sumar, sólo lograban la siempre magra consolación que son los tres puntos de un 'field goal' cuando lo que buscabas son los siete del 'touchdown'. Además, esos eran los que lograban los Bucs cuando apenas restaba medio minuto para completar los primeros quince minutos de partido. La conexión Brady-Gronkowsky en la zona de marca rival culminaba una secuencia ofensiva que, aunque en ese momento no lo podíamos saber, resultaba muy significativa de lo que iba a ser el resto del encuentro cada vez que el balón estaba en manos del veterano Quarterback. Eran cinco 'primeros downs' que empezaban con carreras de Jones y Fournette para alcanzar el doble objetivo de ganar yardas y fijar la atención de la defensa rival en el juego terrestre, momento en el que Brady, protegido a la perfección por una línea de ataque poco menos que infranqueable, empezaba a repartir lanzamientos por vía aérea sin que la secundaria del equipo de Kansas encontrara respuesta.

El guión se repetía al inicio del segundo cuarto, con un rápido 'tres y fuera' para el inusualmente romo ataque de los Chiefs seguido de otro largo 'drive' de los Buccaneers que los llevaba a las puertas de la línea de gol. Lo conseguían, eso sí, gracias a un absurdo fuera de juego de la defensa de Kansas en lo que iba a ser el mal menor de ir perdiendo 10-3 tras otra certera patada a palos de Succop. Brady no desaprovechaba el inesperado obsequio y otro pase teledirigido a las seguras manos de Gronkowski se convertía en el segundo 'touchdown' de los de Tampa, que tomaban ventaja de 14 a 3 cuando ya se entreba en la mitad final del segundo cuarto.

Entonces parecían que, por fin, el explosivo ataque de Kansas daba señales de vida. Dos pases de Mahomes a Kelce, una carrera del Quarterback librándose del feroz acoso de la defensa rival y otro balón para su 'Tight-end' situaba por primera vez a los de camiseta roja en la zona del campo que se identifica con ese color, las veinte yardas finales del campo rival. Pero ahí resurgía la defensa de los 'Bucs' y los Chiefs se tenían que conformar con otro 'field goal' y el inusual balance de llegar al descanso sin haber anotado un sólo 'touchdown'. Al menos parecía que alcanzarían la pausa a una sola anotación de diferencia, con un 14-6 que, visto lo visto, era incluso buen resultado. Al fin y al cabo, su ataque tendría que producir puntos antes o después... o, al menos, eso pensábamos todos.

Quien seguro que lo pensaba era su entrenador, Andi Reed. Con menos de un minuto en el marcador arriesgaba parando el crono con dos tiempos muertos en la siguiente ofensiva de los Buccaneers, que parecía atascarse nada más comenzar. El técnico de los Chiefs esperaba conseguir todavía una última opción para su ataque pero lo que terminaba logrando era dársela al de su rival. Era otro presente que Brady aceptaba gustoso. Un 'primer down' por tierra rompía la línea de Kansas. Una interferencia de la secundaria ante un amenazador pase largo hacía avanzar a los de Tampa hasta la yarda 24 del campo rival cuando restaban dieciocho segundos. Pocos para casi cualquiera, más que suficientes para Brady. Otro pase completado significaba ganar diez yardas más y meter el miedo en el cuerpo a la zaga de los Chiefs, que cometía otra falta en la siguiente jugada. El balón se situaba entonces en la yarda 1 con diez eternos segundos aún por jugar. A Brady le bastaba con un par de ellos para encontrar el hueco por donde enviar el balón a Brown y el redimido receptor, a quien nadie quería por problemático fuera del campo, hacía lo que mejor sabe hacer, atrapar la pelota y anotar el tercer 'touchdown' de la noche para llegar al intermedio con ventaja de 21 a 6 a favor de su equipo.

La larga pausa propiciada por el siempre espectacular 'show' del descanso tenía que servir a los de Kansas para reagruparse, pensar que habían hecho mal, olvidarlo tras aprender de los errores y salir a por todas en la segunda mitad en busca de otra remontada ganadora como la del año anterior en los minutos finales ante los 49ers. El comienzo de su primera posesión en el tercer cuarto parecía un indicio de que estaban en el buen camino para, al menos, intentarlo. Un par de carreras de Edwards-Helaire y otra recepción del omnipresente Kelce eran buena señal, pero pronto se comprobaba que nada había cambiado. La defensa de Tampa seguía firme, aguantando al fondo del campo y presionando en la línea. Mahomes no tenía nunca un momento de respiro y sólo su innata habilidad, su innegable clase y su indomable espíritu competitivo le permitían escapar una y otra vez del 'sack' para buscar, con un lanzamiento casi siempre inverosimil, algún compañero que pudiera recibir el balón para seguir avanzando. Para su desgracia, rara vez lo lograba. Hill apenas si aparecía, Bell no existía, hasta a Kelce se le caía algún balón de esos que atrapa siempre.

El tercer 'field-goal' convertido por Butker, esta vez desde unas lejanas 52 yardas, era todo lo que acababan sacando los Chiefs en ese prometedor arranque. Y eso no era lo peor, por increíble que pudiera parecer en aquellos instantes, esos tres míseros puntos que elevaban su cuenta a unos paupérrimos nueve iban a ser los últimos.

El siguiente ataque de los 'Bucs', de nuevo un perfecto compendio de carreras y pases, lo culminaba Fournette con un reivindicador 'touchdown' en la tierra donde también juega (y casi siempre pierde desde entonces) el equipo que decidió 'cortarlo' hace algo más de un año, los Jacksonville Jaguars.

Con 28 a 9 en contra y medio tercer cuarto ya disputado, la desesperada situación para los Chiefs se resumió perfectamente en su siguiente 'drive' con un 'sack' del que ni el escapista Mahomes pudo escabullirse y una intercepción cortando otro paso lanzado en el último instante para evitar verse placado de nuevo con el balón en su poder. La suerte ya estaba echada, los Bucanneers tenían el partido en la mano y no lo iban a dejar escapar. Su siguiente posesión empezó siendo la típica de una situación así, sin prisas y sin pases para ganar terreno y tiempo a base de carreras. Y aunque el cambio al juego aéreo no les funcionó esta vez, con dos incompletos y un mal 'snap' que estuvo cerca de costarles la pérdida del balón, la potente patada desde 52 yardas de Succop que puso el marcador en 31 a 9 a menos de tres minutos para el final del tercer cuarto certificó definitivamente su triunfo.

El último cuarto sólo sirvió para frustrar más al ataque de Kansas, con Mahomes viendo una y otra vez como la improvisada línea que Reed había tenido que confeccionar debido a las lesiones de sus dos 'tackles' se desmoronaba una y otra vez como un castillo de naipes ante el empuje de la defensa rival. Su último y desesperado intento de, al menos, anotar un 'touchdown' en un día en el que al fondo del campo veía siempre más camisetas blancas que rojas acabó, precisamente, en las manos del defensor apellidado como el color de su zamarra. La intercepción de White a minuto y medio del final puso término a la batalla. A Brady y su infranqueable línea de ataque les bastó ya con ejecutar la formación de la victoria para conseguir un triunfo tan rotundo como merecido.

Después de todo, el veterano Quarterback no había dejado atrás su larga y fructífera etapa en la fría Nueva Inglaterra para retirarse tranquilamente en la cálida Florida. Sabía que aún era capaz de agrandar su leyenda. Para ello, igual que en alguna de aquellas antiguas películas de piratas como el que durante muchos años fue el escudo del equipo de Tampa, había elegido como tripulación de su nueva embarcación a un grupo de aguerridos pero no especialmente disciplinados bucaneros, se había rodeado de un lugarteniente de total confianza y de un par de forajidos en fuga y les había imbuido a todos su incomparable mezcla de determinación, instinto ganador, fe en el trabajo y en sus propias fuerzas. El resultado ha acabado siendo un perfecto abordaje al confiado barco enemigo, cuya potente artillería no tuvo apenas ocasión de disparar ni una de sus balas antes de ver como, con el cuchillo entre los dientes, el viejo capitán, protegido a la perfección por sus hombres, izaba en lo más alto su nueva bandera.

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