Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

EL ESTILO DE MARIANO

Campeonatos de Europa de Atletismo 2022: Final masculina de 800 metros.

Dos vueltas a la pista y ya está. La prueba de 800 metros lisos es sencilla en su definición pero tremendamente compleja en su ejecución. A medio camino entre la velocidad y el fondo, un ochocientos permite planteamientos muy diferentes, sin que haya ningún método que se pueda considerar el más adecuado, sobre todo cuando se trata de una final en un gran campeonato, con las tácticas y las estrategias dejando muchas veces en segundo plano a las fuerzas y las marcas.

El ochocientos que reparte las medallas se puede ganar de mil maneras. Una de las más extremas la utilizó hace cincuenta años, en el mismo escenario del Estadio Olimpico de Múnich en el que se han disputado los europeos del 2022, el estadounidense Dave Wottle, cuando venció al estilo más de película de Hollywood posible. Tocado con una gorra blanca que le daba un curioso aspecto, el joven atleta procedente de un pequeño pueblo de Ohio partió en la última posición, descolgado incluso del resto de competidores, para acabar adelantándolos a todos en los metros finales, superando sobre la mismísima línea de meta al soviético Arzhamov, que se desplomó exhausto en su intento por resistir en cabeza.

Cuatro décadas después, en otra final olímpica, la de los Juegos celebrados durante el verano del 2012 en Londres, David Rudisha se impuso de un modo igualmente extremo pero tan opuesto al de su tocayo norteamericano como diferente era su aspecto del que presentaba el desgarbado estudiante de Ohio. El elegante corredor keniata se situó al frente del grupo desde el primer momento, marcó un ritmo fortísimo y ninguno de sus rivales logró superarle a lo largo de las dos vueltas a la pista, que el africano completó con el fabuloso registro de 1'40”91, tiempo que sigue siendo el más rápido jamás logrado en la distancia.


Final 800m, JJOO Munich 1972

Final 800m, JJOO Londres 2012

Justo a medio camino entre ambos estilos de ganar está el utilizado por Mariano García para proclamarse Campeón de Europa el domingo 21 de agosto del 2022. El atleta murciano llegaba al certamen continental con el contraste de sensaciones que habían dejado su tan inesperada como magnífica victoria en el Campeonato del Mundo de pista de cubierta, y la decepción que supuso quedarse fuera en las semifinales del mundial al aire libre.

El modo tan solvente en que alcanzó la final del europeo apuntaba mucho más a su descarada versión de Belgrado que a la más recatada de Eugene. Corriendo como lo había hecho el viernes, con decisión, sin mirar atrás y sin pensar si bastaba tal o cual crono para clasificarse, todo era posible en la final del domingo por mucho que la presencia del campeón mundial de 1500, Wightman, como añadido a algunos de los más rápidos del año en el 800 pusiera muy caro el acceso a las medallas.


Mariano inició la carrera casi con tanta calma como Wottle, pero en la recta previa al toque de campana aceleró esa moto invisible que con tanto entusiasmo arranca cuando es enfocado por las cámaras en los instantes previos a cada carrera. Fue algo así como abrir gas a fondo para ir del ralentí a las máximas revoluciones del propulsor. En un visto y no visto pasó de ir en la cola de grupo a liderar la carrera, cruzando el 400 en poco más de 52 segundos, un ritmo notable para una final que no había partido a gran velocidad.

De ahí en adelante, una vez dejado atrás el 'método Wottle', Mariano adoptó el estilo de Rudisha. Pegado a la cuerda siguió tirando en cabeza con una determinación heredera de otro Mariano hace 50 años en esa misma pista, cuando trataba de dejar atrás a todos sus rivales. Entonces su ilustre antecesor palentino no pudo lograrlo en la histórica final del 10000 olímpico.

Ahora, su tocayo murciano si lo conseguía. A sus espaldas se movían nerviosos los dos británicos, el irlandés apellidado inglés, el polaco de amenazador final, el rocoso francés, el ambicioso italiano, el veterano sueco y el sorprendente belga. Intentaban seguirlo pero uno tras otro iban cediendo.

Sólo el más peligroso de todos, Wightman, se llegaba a acercar lo suficiente en la recta final como para ser una amenaza. Pero, aunque parecía que a la moto de Mariano se le podía estar acabando la gasolina, en realidad todavía quedaban algunas gotas de combustible en su depósito.

A falta de cincuenta metros el campeón mundial del 1500 estaba prácticamente a la altura del osado español pero de ahí no iba a pasar. El hombre que había derrotado al invencible Ingrebrigtsen en el 1500 de Eugene, el atleta que, quien sabe si huyendo de la previsible venganza deportiva del noruego, había optado por el 800 en Múnich, veía impotente como Mariano llegaba por delante a la línea de meta tras completar el 400 final apenas unas centésimas más lento que el inicial.

El español llegado de un pequeño pueblo de Murcia había ganado la final de las dos vueltas a la pista con un primer giro al estilo de Wottle y un segundo al de Rudisha. O, más bien, había vencido a su estilo, el estilo de Mariano.


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