El Campeonato de España de Rallyes para Vehículos Históricos completó su temporada del 2024 con el siempre espectacular marco de la coruñesa Plaza de María Pita como punto de partida y llegada del Rallye Rías Altas Histórico. La competición gallega volvió a ser la última del certamen, lugar en el calendario que ya ocupó en el 2022 y en el 2019. Respecto a esas dos anteriores ocasiones, aunque este año el CERVH había puesto más títulos en juego eran menos los que llegaban sin decidir a la prueba final del año, circunstancia que, lógicamente, siempre incide en una menor presencia de habituales del campeonato.
Esta vez, por lo que respecta a velocidad sólo quedaban por adjudicar dos campeonatos de copilotos, el absoluto y el de 'pre 2000', en ambos con Diego Rodríguez Louzao como máximo favorito. Al gallego le era suficiente con tomar la salida para ganar el primero ante la ausencia de los otros dos aspirantes, Josep Autet y Álvaro Menéndez, y sólo necesitaba acabar el rallye para anotarse el segundo ya que, con nada más que dos equipos con derecho a puntos participando en la prueba, no importaba si concluía por detrás de Adelina Bassas, que llegaba al frente de la tabla en puntos totales pero quedaría por detrás en netos una vez aplicados los descartes. En cambio tanto en Regularidad Sport como en Regularidad estaba todo por resolver, con dos equipos optando a los campeonatos de pilotos y copilotos en el caso de la especialidad de las medias más altas y tres con posibilidades matemáticas en la de velocidades menores.
Pese a no haber prácticamente nada en juego en lo que a campeonatos se refiere, la inscripción en velocidad se acercaba a los sesenta equipos gracias a la presencia de un buen número de equipos gallegos que ya es habitual cada año en esta prueba. Entre ellos había además varios con vehículos especialmente competitivos aunque las bajas de última hora del Talbot Lotus de Pazó y el Ford Sierra Cosworth de Grille redujesen el número de los aspirantes a los puestos de cabeza. Finalmente, entre los que tomaban la salida encuadrados en las categorías 'pre 81', 'pre 90' y 'pre 2000' (las que definen en cada prueba del CERVH la general absoluta del rallye) todo apuntaba a un duelo por el triunfo que era algo desigual en cuanto a edades de los vehículos se refiere. De un lado estaba el BMW M3 E36 'Pre 2000' del ya campeón absoluto y de la categoría, Manuel Muniente, que acudía para que su copiloto desde la tercera prueba del año, Diego Rodríguez Louzao, se adjudicara también los respectivos títulos. Del otro el Ford Escort MKII 'Pre 81' de los siempre rápidos Xesús Ferreiro y Javi Anido, que este año no han seguido el nacional pero habían brillado en sus dos apariciones en las pruebas europeas del certamen, ganando la clasificación absoluta del CERVH en el Costa Brava y siendo segundos en Pravia, en ambos casos con clara victoria en su categoría.
Aunque se tratase de dos vehículos de la misma arquitectura (carrocería tres volúmenes-dos puertas, motor delantero y propulsión trasera), las casi dos décadas de diferencia entre su año de concepción jugaba a favor del modelo bávaro frente al británico. Pero, por otra parte, el piloto catalán no necesitaba arriesgar más de la cuenta, dado que su principal objetivo era alcanzar la meta y que su copiloto se proclamase campeón, mientras que el gallego salía con la motivación que siempre le supone competir en casa sobre unos tramos que conoce bien y en un rallye que ya había ganado en tres ocasiones.
Así las cosas, las diferencias siempre eran pequeñas entre ambos, la mayoría de las veces de unos pocos segundos a favor de Muniente y Louzao pero sin que el equipo del BMW llevase nunca un margen suficiente para estar tranquilo, ya que Ferreiro y Anido les seguían de cerca, ganándoles incluso en la segunda especial. Algo que también conseguían, en la sexta, Javier e Iván Bouza, que se inmiscuían en la pelea a base de rodar a muy buen ritmo con otro Ford Escort MKII. De todas formas, a falta del paso final por Irixoa las tres primeras posiciones parecían ya decididas. Muniente y Louzao lideraban con dieciséis segundos de ventaja sobre Ferreiro y Anido, que precedían en esa misma diferencia a los Bouza, terceros a algo más de medio minuto de los líderes.
Con el anochecer más temprano que supone el cambio de hora habitual cada año en estas fechas, el último tramo era totalmente nocturno y la presencia de humedades en algunas zonas añadía una dificultad adicional pero, en todo caso, no debía suponer cambio alguno en la clasificación salvo errores de pilotaje o problemas mecánicos. Lo primero no ocurría pero lo segundo afectaba al BMW en forma de fallo en el diferencial. El alarmante ruido que emitía la transmisión de su M3 hacía que Muniente tuviese que levantar ostensiblemente el pie para alcanzar la meta, lo que hacía perdiendo cerca de dos minutos en apenas doce kilómetros. El resultado era que la primera posición pasaba a manos de Ferreiro y Anido, los Bouza terminaban segundos, completando el doblete de los Ford Escort en la categoría 'Pre 81' y en la general, y para Muniente y Louzao era el tercer puesto, acompañado del triunfo en 'Pre 2000'... si conseguían llegar al parque cerrado final, lo que no estaba claro a la vista de como habían completado la última especial. Finalmente lo lograban y con ello Diego podía celebrar la consecución de los campeonatos de copilotos absoluto y de 'Pre 2000', títulos que en el apartado de pilotos ya había conseguido Manuel en Tenerife.
Lejos del trío de cabeza, las dos siguientes posiciones en la general habían quedado definidas muy pronto. Cuartos ya el primer tramo, Fran López y Carlos Riesgo mantenían ese mismo lugar hasta el final, siendo además terceros en 'Pre 81' con su Ford Escort MKI. Quintos desde el segundo eran Miguel Ángel García y Mónica López, que se imponían con claridad en 'Pre 90', logrando con el Volkswagen Golf su segunda victoria de la temporada en esa categoría.
Sextos rodaban hasta la quinta especial el ganador en 'Pre 81' dos años antes, Enrique Vázquez, copilotado esta vez en su Opel Kadett GTE por Carlos Caldas, pero tenía que abandonar en el primer paso por Irixoa, quedando su puesto en poder de Ezequiel Pérez-Companc y Ricardo Volta, en el que era el segundo rallye en España del joven piloto de circuitos argentino al volante del Ford Escort MKII anteriormente utilizado por su padre.
Séptimos tras completarse las ocho especiales eran Miguel Millares y Carlos Gómez, pero tras llevar con brío durante todo el rallye su Mercedes 190 por unos tramos no especialmente propicios para un vehículo como el suyo, una cruel avería en el enlace final les impedía llegar a la Plaza de María Pita y subir al segundo escalón del podio de 'Pre 90'. Su lugar lo acababan ocupando Ricardo Costoya y Antonio Soto, octavos absolutos con su Ford Sierra por detrás del segundo en 'Pre 2000', el Peugeot 106 de Miguel Ruzo y Vanessa Pan. Completaban los podios de esas dos categorías y las diez primeras posiciones de la general otro Peugeot, el 309 de Víctor García e Iván Bergondo, y el Renault Clio de Óscar García y Adelina Bassas. El andaluz y la catalana terminaban décimos en la clasificación general del CERVH pero eran cuartos entre los sólo cinco equipos registrados en el certamen que concluían el rallye lo que les permitía sumar los puntos suficientes para alcanzar el subcampeonato absoluto, rebasando a Ventura-Autet y Riberas-Menéndez, respectivamente campeones en 'Pre 90' y 'Pre 81', que les precedían en la tabla antes del Rías Altas pero no tomaban parte en esta prueba como tampoco lo habían hecho en la anterior, el Isla de Tenerife.
Mención aparte merece el rallye de los denominados 'Classic' y 'Classic Siluetas', vehículos que compiten en clasificaciones independientes por mucho que, un año más, en la página de tiempos 'on-line' de la prueba apareciesen mezclados con los pertenecientes a las categorías 'Pre 81', 'Pre 90' y 'Pre 2000' en una tabla general con el título de 'CERVH Vel' que no tiene realmente validez alguna más allá de la mera curiosidad de comparar con mayor facilidad los cronos de unos y otros.
Los 'Classic' disputan en el CERVH su propia de Copa de España, cuyos títulos de pilotos y copilotos ya se habían asegurado en Tenerife Miguel Otegui y Giovanni Breda, que en el Rias tenían una fugaz participación con su bonito Mazda 323 de 'Pre 90'. Se trata de una categoría que da cabida a los vehículos de modelos anteriores al año 2000 que no cumplan con su ficha de homologación original, bien sea por que se les han realizado modificaciones no permitidas en la época o por montar elementos que ni siquiera existían entonces. Lógicamente, esos cambios respecto a sus especificaciones de origen suelen tener como objetivo aumentar sus prestaciones. Si además, al volante de uno de ellos, un Renault Clio Williams cuyo tubo de escape escupía fuego como un feroz dragón, va un piloto de la rapidez de Gorka Antústegui, no es de extrañar que el vasco y su copiloto, Xabat Urresti, acabaran por ser más rápidos en la suma total de tiempos que cualquier participante del resto de categorías. De hecho, batían también a los más rápidos de 'Classic Siluetas', Darío Calviño y Raquel Rodríguez, quintos en esa hipotética 'scratch' que englobase a todos los participantes y ganadores en la categoría para los 'protos' con chasis tubular, motor de moto y carrocería de vehículo histórico. Un tipo de vehículos que cuenta asimismo con su propia clasificación independiente y su certamen propio, con rango de Trofeo de España, que este año se han adjudicado los terceros clasificados en Coruña, Dani Remuiñán y Álvaro Cerqueiras.
Para la mayoría de espectadores que acuden a los rallyes para vehículos históricos cada tramo concluye cuando han visto al último participante de velocidad mientras que pocos son los que se quedan a presenciar el paso de los vehículos que compiten en regularidad. Sin embargo, aunque por sus propias características este especialidad resulte menos atractiva para el aficionado a pie de cuneta, suele ser la que ofrece más habitualmente dos factores, relacionados además entre sí, que se encuentran entre los más importantes para que cualquier evento deportivo tenga interés. Estos son la mayor igualdad entre los equipos que toman parte y, por consiguiente, más incertidumbre en cuanto a su resultado final.
Las categorías de 'Regularidad Sport' y 'Regularidad' del CERVH lo han demostrado esta temporada hasta el punto de ser las únicas del campeonato que han llegado sin decidir a la última prueba del año. Además, el desenlace en ambas ha estado lleno de alternativas y marcado por diferencias mínimas, con la curiosa circunstancia de que se han acabado proclamando campeones dos equipos que no ganaron en la cita final del año.
En 'Regularidad Sport', el accidente sufrido por los hermanos Carbonell en Tenerife había puesto una interrogante a su participación en Coruña dada la corta distancia en fechas y los cuantiosos (y costosos) daños sufridos por su vehículo. Pero los mallorquines no se rindieron pese al fuerte varapalo y el viernes por la tarde el Ford Sierra Cosworth azul y blanco lucía impecable en la Plaza de María Pita después de ser reparado por el equipo de 'Cosmos Racing'. A su lado, no menos impoluto brillaba el de sus rivales, Fran Martínez y José Manuel Villamayor, que estrenaban vestimenta rojiblanca a juego con la decoración de su montura. Por segundo año consecutivo, estos dos equipos se iban a jugar el campeonato en la última prueba del año. Esta vez, además, iba a ser un todo o nada ya que no resultaba posible que el título de pilotos fuese para el de un coche mientras que el de copilotos se lo adjudicase el del otro, como había sido el caso entonces.
Aunque llegaban empatados a puntos netos y con el mismo número de victorias, tres cada uno, los asturianos afrontaban el rallye gallego con ventaja teniendo en cuenta los descartes gracias a que tanto en Avilés como en Pravia no se había disputado el TC-plus. El segundo puesto les era suficiente y hasta les podía bastar con el tercero si se anotaban la victoria en el tramo que otorgaba puntos extra. Con sólo cuatro participantes con derecho a puntuar en la prueba final del año podía parecer fácil. Pero el retorno de los campeones en el 2021 y 2022, Asier Santamaría y Roberto Rentería, añadía un factor adicional a la lucha. La actuación del Ford Sierra de elegante color azul noche que también mostraba sus galas en la emblemática plaza coruñesa podía ser clave en el desenlace del campeonato.
De entrada, el vasco y el cántabro empezaban el rallye al ataque, marcando claras diferencias en el primer bucle con dos 'scratchs'. En cambio los asturianos perdía toda opción a la victoria con un grave error al término de la primera especial que los hundía en la clasificación. Con los mallorquines ocupando el segundo puesto nada estaba decidido aún y las posibilidades de unos y otros seguían intactas. De un lado, los Carbonell necesitaban ganar y todavía podían hacerlo aunque Santamaría y Rentería llevaban ventaja. Del otro, Martínez y Villamayor serían campeones ganando el TC-plus si alcanzaban el tercer puesto a efectos de puntos, ocupado en estos momentos por el Porsche de otro equipo balear, el formado por Pedro Valls y Madeleine Yué.
Sin embargo, la incertidumbre no duraba mucho. La tercera especial, segundo paso por Paderne, era fatal para los hermanos Carbonell, que se veían obligados a abandonar al ceder un manguito del radiador de su Cosworth. Con los mallorquines fuera a los asturianos ya les era suficiente con llegar a meta. Lo hacían además ganando el TC-plus, lo que, tras haber superado ya a Valls y Yué, les hubiera proclamado campeones igualmente aunque sus rivales hubiesen seguido en carrera para ganar el rallye tras la rotura de palier que poco después dejaba sin triunfo a Santamaría y Rentería. El vasco y el cántabro se tenían que conformar con la segunda posición en su regreso al campeonato mientras que, contra todo pronóstico, el año del dominio total de los Ford Sierra terminaba con victoria de un Peugeot 205, el de Marcos Fernández y Adolfo González-Almuiña. Segundos en la mayoría de las especiales, los gallegos completaban un rallye magnífico premiado con un primer puesto final tan inesperado como merecido.
En la tercera posición (segunda a efectos de puntos), terminaban Fran Martínez y José Manuel Villamayor lo que les permitía celebrar desde el podio, tocados con los sombreros mexicanos que son seña de identidad del Pancho Villa Rallye Team, el cuarto título del piloto (segundo consecutivo en 'Regularidad Sport') y el quinto del copiloto (primero en la categoría de las medias más altas).
Por lo que respecta a la categoría de 'Regularidad', tres eran los equipos que llegaban al Rías Altas con opciones al título. Dos dependían de si mismos. A Darío José García y Emilio Pascual la victoria les daba automáticamente el campeonato mientras que Rufino Sasián y Eloy Dehesa lo conseguirían si vencían y se anotaban además el TC-plus. En cambio, Toni Verdaguer y Toni Grau necesitaba no sólo ese doble triunfo que era esencial para los cántabros si no, también, que el vasco y el madrileño no acabasen segundos. Como además, también eran de la partida los asturianos Gustavo Alija y Víctor Sánchez, terceros en la edición del año anterior y que, por tanto, podían mezclarse también en la lucha, las variables eran muchas y todo podía cambiar casi de tramo a tramo.
Para empezar, Verdaguer y Grau eran los mejores en la primera especial, mientras que el segundo puesto lo compartían, empatados, Alija y Sánchez con García y Pascual, situación que, de decantarse del lado de los asturianos al final del rallye, daría a los catalanes el título si ganaban el TC-Plus. Sin embargo, los del Peugeot 205 quedaban fuera de combate en el tercer tramo tras haber cedido por una décima ante los del BMW en el segundo, lo que situaba al madrileño y el vasco en una posición que les era suficiente para proclamarse campeones. De todas formas quedaba todavía mucho rallye por delante y las diferencias eran mínimas, con Sasián y Dehesa terceros a apenas tres puntos de los segundos y seis de los primeros.
La última especial de la mañana y la primera de la tarde se convertían entonces en una tensa espera ante el TC-Plus, resuelta con reparto de 'scratchs' entre los dos primeros y prácticamente las mismas distancias que ya había antes de ellas entre los tres aspirantes al campeonato. Llegaba entonces el primer paso por Irixoa que iba a resultar totalmente decisivo. De un lado, Verdaguer y Grau hacían un trompo y perdían toda opción a la victoria que les era imprescindible para optar al título. Del otro, García y Pascual se anotaban el triunfo parcial por delante de Sasián y Dehesa, sumando unos puntos clave para proclamarse campeones. Con terminar segundos ya les era suficiente así que el madrileño y el vasco usaban la calculadora en el bucle final y no asumían más riesgos de los estrictamente necesarios en los pasos nocturnos por Aranga e Irixoa. Aunque acababan siendo superados en el último por los cántabros, el título era suyo. Por primera vez en cuatro años no ganaba Darío en el Rías pero eso era lo menos, el ansiando premio mayor, ser Campeones de España, era para él y para su copiloto, Emilio. Para Rufino y Eloy quedaba el consuelo de lograr su cuarta victoria del año aunque el mal resultado del Costa Brava, su ausencia en Reus y la avería en Avilés las hayan convertido en insuficientes para conseguir el campeonato con su precioso Porsche.
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