Será porque estamos en verano y, quieras que no, se baja algo el ritmo aunque no te vayas de vacaciones. Será porque ‘lo primero es lo primero’ y ha habido bastante trabajo que hacer estos días antes de partir mañana viernes hacia Ferrol. O, más probablemente, será porque cuando a uno no le apetece hacer algo siempre encuentra excusas para posponerlo… pero el caso es que no acababa de encontrar el momento para ponerme a escribir esta crónica sobre la Subida a La Faya de los Lobos, prueba que, el pasado domingo, 14 de agosto, supuso el arranque del Campeonato de Asturias de Montaña 2011.

Precisamente en este último dato, el inicio del certamen regional de subidas a mediados de agosto, está una de las claves de mis pocas ganas para ponerme delante del ordenador y contar mis impresiones sobre el inicio de un campeonato que para esta web siempre ha sido muy especial (no en vano ‘nació’ en el del 2002 con sus pruebas como únicos protagonistas) y que, ahora mismo, está en horas más que bajas, lo cual nos llena de tristeza, y nos produce, por qué no confesarlo, hasta algo de rabia. Porque el regional asturiano de montaña está como está no sólo por la tan manida crisis, culpable, sin duda, de hacer las cosas más difíciles pero no única causa de que un campeonato que, no hace tanto, era el que gozaba de mejor salud en Asturias, haya tenido que esperar hasta el octavo mes del año para iniciarse… y tenga apenas tres citas más de aquí a final de temporada.

Para llegar a entender esta situación me temo que haya que remontarse a principios del año pasado, cuando el pulso entre FAPA-APAPAST y Langreo Motor Club por la puntuabilidad para el Campeonato de Asturias de Santo Emiliano acabó con la subida de la cuenca fuera del campeonato: primero de forma parcial para, según los primeros, defender los intereses de los pilotos cuyos coches no podían participar por no estar admitidos en el nacional, y luego de forma total, al renunciar los segundos a puntuar sólo para una de las dos categorías del certamen. Como suele suceder en estos casos, el resultado fue una de esas guerras en las que no gana nadie y perdemos todos. Pero, sobre todo, el que perdió fue el campeonato asturiano, que se quedó sin una de las pruebas más emblemáticas. Una pérdida que no sólo no se recuperó este año, cuando ya las condiciones reglamentarias eran otras, sino que aumentó, al salirse del regional también el Fito, la otra prueba asturiana del nacional. Por su fuese poco, el CAS, organizador de la subida a Muncó, renunciaba también a su puntuabilidad para el campeonato de Asturias como ‘forma de protesta por el rumbo del automovilismo Asturiano’. Un rumbo, marcado por una asamblea en la que nadie tiene la mayoría absoluta pero que, ‘de facto’, está controlada por la asociación de pilotos, cuyas tesis vienen chocando de forma frontal con la forma de hacer y entender las carreras de muchos de los organizadores.

Imagino que viendo lo que se avecinaba, cuando se redactó el reglamento de este año se tuvo muy en cuenta esa más que presumible falta de carreras. De ahí la que, en principio, me pareció buena idea de adoptar el sistema de ‘dos fases’ del Campeonato de España, duplicando de ese modo el número de carreras puntuables al convertir cada subida oficial en una prueba de puntuación independiente. Pero hasta lo que parecía una buena noticia no lo era tanto cuando leíamos con detalle la normativa vigente para el 2011, en la que, esperábamos, se hubiese aprendido de los errores del año pasado, cuando vivimos un campeonato cuyo resultado final quedó totalmente falseado por una pésima redacción de las reglas y una nula falta de sentido común a la hora de aplicarlas de acuerdo a su espíritu y no a su mal escrita letra. Y es que si el reglamento del año pasado era deficiente, el de este año presenta detalles de auténtico despropósito que van a dar lugar a innecesarias polémicas, que complican de forma absurda las cosas y que hacen difícil tomarse en serio un campeonato en el que demasiadas cosas quedan en el aire…o al menos así ha sido en esta primera cita de la temporada, la recuperada Faya de los Lobos, hacía cuyas míticas rampas nos dirigimos a media mañana del domingo tras seguir desde la comodidad del ordenador los cronos de su primera manga de entrenos, a primera hora de la mañana del domingo.

Dicho todo esto, con lo que queda claro que no estoy ni mucho menos de acuerdo con el nuevo sistema, vamos, por fin, a ‘meternos en carrera’ y trasladarnos a la zona de salida de la Faya, donde a eso de las once y media del domingo, con cielo muy cubierto, arrancaba la primera de esas controvertidas fases ‘independientesperonotanto’. Antes, sobre piso seco, se había disputado la primera subida de entrenos, en la que los que vienen del nacional demostraban que el ritmo que se coge en el Campeonato de España se nota ¡y mucho! En la categoría I, Oscar Palacio era el más rápido, bajando ya del 3.10, una barrera que quien quisiese estar en el podio absoluto debería superar si el piso seguía en esas condiciones. Del resto, el que más se acercaba a dicha barrera era precisamente el otro asturiano que compitió con un CM en la última prueba del nacional, Jairo Pesquera, autor de un muy meritorio 3.12 en su primer contacto con una subida nada fácil de dominar como es la que arranca en Tiraña. En la categoría II se repetía el guión, ocupando las dos primeras posiciones los otros dos pilotos inscritos en La Faya que habían estado la semana anterior en Peña Cabarga, ‘Viti’ Pardeiro, ya a un paso del record de carrozados que establecía ‘Rayman’ el año pasado, y Alberto Ordóñez, a poco más de un segundo del EVO IX del langreano con ese Clio azul que hace volar cada vez que se pone el semáforo en verde.

Rodando a tope sobre el piso seco, ‘Viti’ batía el record de carrozados y marcaba un 3.28.679 que, aun sin la lluvia posterior, le hubiese dado la victoria en la categoría II de la Fase A… pero que, con el agua mojando el asfalto para lo que quedaba de la primera oficial, y con lo que caería después en la segunda, le convertía en el ganador no sólo de la primera manga puntuable de la temporada sino, también, en el inesperado vencedor absoluto de la prueba.

De los que subían sobre seco, el segundo mejor crono lo lograba el otro EVO grupo N presente, el veterano V de Rubén Iván Blanco para el que el sueño que ya había sido, el año pasado, competir en la prueba ‘de casa’ se quedaba en poca cosa ante lo que la lluvia le ayudaba a lograr esta vez…¡subir al podio absoluto de ‘su prueba’! El de Tiraña era segundo de carrozados en la fase A y su crono de 3.35 sólo sería superado por el más rápido de los CM, el Silver de Oscar Palacio, que subía más de una hora después, ya sin lluvia pero con el piso suficientemente mojado como para que la monta de gomas para agua en su Silver fuese mucho más acertada que la de slicks que elegía Fermín Busta para su BRC, con el que ‘subía por lo que valía’ para quedar a tres segundos del ganador de la categoría I y, a la postre, segundo en la general final de la prueba.

Tras haber seguido la primera oficial desde unos metros más allá de la salida, para las mangas de la tarde tocaba subir a alguna de las populares paellas que jalonan el recorrido de la Faya. Para no depender en exceso del furgón de prensa optábamos por quedarnos en la segunda para la subida de entrenos, y así bajar luego caminando hasta la primera para la manga oficial de la Fase B y, de ahí, tener un corto ‘paseo’ hasta la salida, de modo que nos diese tiempo a retornar a Barredos a tiempo de entrevistar a los protagonistas al final de la jornada. La lluvia seguía empeñada en hacer de las suyas, así que a lo largo de lo que sería una tarde interminable (¡que pesada se hace la montaña cuando se dan las salidas a minuto!) perdíamos la cuenta de las veces que abríamos y cerrábamos el paraguas, especialmente en la subida de entrenos de la Fase B, porque, a decir verdad, en la de carrera ya no hubo tantas dudas, llovía más o llovía menos…¡pero no paraba de llover!

Lo bueno de esto último es que, al menos, todos los participantes subían esta vez en condiciones de asfalto parecidas, lo que le daba una segunda oportunidad a los que se habían visto perjudicados por el chaparrón de la primera oficial. Entre estos, destacaba especialmente Alberto Ordóñez que convertía en posible lo que, a priori, parecía imposible, ganar a los EVO de tracción total sobre mojado con su Clio de tracción delantera. El Renault azul celeste subía como un tiro demostrando una vez más su piloto lo que cualquiera que lo haya visto en acción sabe de sobra, que tiene tanto o más ‘valor’ que ‘manos’… y como de estas tienen muchas ¡pues de lo otro ya nos podemos imaginar!

El podio de los carrozados en la Fase B era para otro de los damnificados en la Fase A, Daniel Montes, siempre rápido con su Citroen AX con el que ganaba la ‘pelea familiar’ al 205 del otro Montes en liza, Alberto. Tras ellos se situaba el Clio de Isaac Moro, superespectacular todo el día y otro de los claros aspirantes a las primeras plazas de la categoría II en lo que resta de campeonato.

En esa pelea por las plazas de honor de los carrozados en la Fase B se echaba de menos a los EVOs de Rubén Iván y Peláez. El primero bastante tenía con terminar, debido a problemas en su Mitsubishi con el que se dedicaba a subir sin pensar en el crono, para acabar y rematar así el podio que el resultado de la Fase A había dejado en sus manos. El segundo se quedaba ‘tirado’ justo delante de nosotros, en la primera paella, con una avería en su EVO VIII que le otorgaba el dudoso honor de ser la primera ´víctima’ del nuevo reglamento… si se aplica la norma al pie de la letra, que según como se lea y que artículos se utilicen todavía habría lugar a otras interpretaciones. Y es que al no completar la fase B ni llegar a parque por sus propios medios, Eugenio desparecía de la general final y, me temo, perdía también los puntos de su buen cuarto puesto de la A ¡menuda faena!

El crono de Ordóñez con el Clio era tan bueno que ninguno los primeros participantes en la categoría I lograba superarlo. Uno de ellos, Jairo Pesquera, iba camino de hacerlo pero un trompo en la parte final del trazado le dejaba sin opciones a luchar por las posiciones de podio que eran, finalmente, para los mismos que las habían ocupado en la Fase A, y además exactamente en el mismo orden. Tercero era otra vez Rafael Guardiola, que había arriesgado con los slicks en la manga de entrenos, debiendo desistir tras un par de trompos y varios sustos, subiendo en la oficial con las gomas para lluvia y faltándole poco más de cuatro décimas para batir a Fermín Busta, que repetía segunda posición, con su BRC, esta vez ya calzado con los neumáticos ‘de agua’. Los cronos tanto de Busta como de Guardiola estaban lejos del 3.40, barrera que rebajaba con claridad Oscar Palacio, cumpliendo los pronósticos que le daban como principal favorito dado su ritmo de carreras en el nacional y lo bien que está andando con el Silver desde que en Muncó encontrase, por fin, un verdadero ‘entendimiento’ con el CM navarro.